Han pasado algunos días desde que supimos que seis ejecutivos de ENAP habían sido formalizados. Recibimos la noticia con alegría y satisfacción pues la decisión del Ministerio Público daba la razón a la tesis que desde nuestra segunda querella, apuntaba a la empresa petrolera estatal como la responsable de la nube tóxica de agosto del año pasado.
Sin embargo, hasta la publicación de La Tercera, no conocíamos los dichos de los responsables de la contaminación de nuestras vidas, cuando fueron interrogados por la fiscalía. Cómo recuerdan las decisiones que tomaron y qué dicen haber resuelto mientras vivíamos los duros y dramáticos momentos que tuvimos que enfrentar.
Hemos aprendido de petroleo iraní, ese de nombre raro que es tan dañino que en ninguna parte lo reciben. Los apellidos Piraino y Rhodes se hicieron familiares. Supimos que eran los jefes máximos de ENAP aquí al frente de nuestro mar. Conocimos de nombre al jefe del área terrestre del terminal Quintero, Lizana, y lo importante que su trabajo podía ser para nuestras vidas. Pero hasta ahora, sólo sabíamos lo que nos contaba nuestro abogado cuando aseguraba que ya conocía a los responsables, pero sin revelar detalles que seguro manejaba, pero que no podía hacer públicos. No así, como aparece en el diario.
Sorprenden las respuestas, duele como una persona esquiva la responsabilidad por las decisiones que pudo cambiar y que no hizo quién sabe porqué.
Ahora entendemos mejor porqué el abogado Remberto Valdés decía a los medios que los ejecutivos de ENAP habían traído a Quintero el Iranian Heavy a sabiendas del riesgo. Lo hicieron igual. A sabiendas.
CARLOS LIZANA
Carlos Lizana no estaba en Quintero cuando ocurrió la emergencia. Había viajado a Perú. Pero antes, fue a Talcahuano, donde hizo su primera parada el veneno que ENAP trajo desde Irán.
Declaró que fue "a tomar conocimiento de las condiciones de seguridad para el manejo del aditivo porque presentaba riesgo para las personas". O sea, Lizana sabía que el petroleo tenía una alta concentración de ácido sulfhídrico y que había que ponerle un aditivo para controlar sus emanaciones.
Lo demoledor es que Carlos Lizana nunca tuvo cuidado -afirma que no lo hizo- de verificar cuánta concentración del muy mortal ácido tenía el petróleo.
Recordemos las cifras aprendidas en estos meses. El petroleo que se maneja en Chile es aceptado con una concentración de hasta 100 partes por millón de ácido sulfhídrico. Este venía con 9.000 partes por millón.
Carlos Lizana dice que "suponía" que traía esa cantidad asesina de ácido, pero que no lo comprobó. Y después se fue de viaje.
JUAN PABLO RHODES
El reemplazo de Lizana fue Juan Pablo Rhodes, director del terminal marítimo de Quintero. También formalizado, igual que Lizana. El señor Rhodes declaró que el 17 de agosto "supo de una percepción de olores en el terminal" y que se dispuso una maniobra pero que no sabe si finalmente se hizo. O sea, lo supone no mas. Qué pensará hoy el señor Rhodes de la falta de interés por hacer bien su trabajo. Él debía asegurar las condiciones para impedir que las personas terminaran intoxicadas, como pasó.
Pedro Ponce, Rodrigo Gamboa y David Díaz, son tres operadores que alertaron a Rhodes que algo andaba mal. Había unos "olores fuertes". La advertencia fue escrita, a través de correos electrónicos. Uno de ellos dijo que se irritaban las vías respiratorias, que dolía la cabeza, que había problemas en la visión; es decir, supo y avisó antes que comenzara la tragedia, de algunos de los síntomas que tuvimos que soportar sólo días después. El mismo Juan Pablo Rhodes declaró haber sentido un olor inusual cuando bajó de su camioneta, el 20 de agosto. Asegura haber tomado medidas. Hoy sabemos que no fueron suficientes. Que se equivocó y que decidió mal, a sabiendas que nunca antes hubo en el terminal que él dirigía -y lo sigue haciendo- una bomba tóxica de la magnitud del Iranian Heavy.
EDMUNDO PIRAINO
El ejecutivo de mayor rango en ENAP Aconcagua es Edmundo Piraino. Él es el responsable de lo que pasa en la petrolera estatal en la región de Valparaíso. ¿Sabía el señor Piraino que en "su zona" estaban trabajando un crudo nunca visto, mortal y extremadamente peligroso de manejar? Sí, sabía. ¿Tomó las precauciones necesarias para evitar el colapso que finalmente ocurrió? No, no lo hizo.
Le preguntan si informó a la Superintendencia del Medioambiente que en días previos había sido drenado el crudo iraní. Su respuesta fue "no, no le dije".
¿Debió hacerlo?
¡Sí!.
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